por José María Doria
Considero a la felicidad como un “estado de conciencia” que no debe confundirse con la exaltación de carácter temporal que tiende a desencadenarse ante buenas noticias, vivencias o logros de nuestro nivel persona. En realidad las conclusiones más serias sobre la felicidad, señalan que esta nada tiene que ver con el “tener” más o menos, ni con el grado de salud ni con el éxito profesional, o incluso con parámetros familiares. Lo que se sabe es que está relacionada con un estado “acausal”, es decir sin causa, un estado que brota de la conciencia profunda, y que puede considerarse un devenir evolutivo que los sabios y budas precedentes han señalado en sus propuestas y prácticas.
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